lunes, 18 de noviembre de 2013

Antiviral



Antiviral. Brandon Cronenberg (dirección y guión). Canada, 2012.


Contexto:
1. el capitalismo tardío se ha caracterizado por convertir todo en una mercancía. Las celebridades son una mercancía hace rato; ¿desde Rodolfo Valentino o Charles Lindbergh? ¿o antes?; 2. esta es la primera película del hijo de Cronenberg. No, esperen…yo que sé, “Il postino” (Michael Radford, 1994), o algo por el estilo. Algo realmente raro tiene que pasar. Y pasa.

Referencias:
1. Ballard: ciertas obsesiones modernas, el cuerpo y las obsesiones como mercancía. Las celebridades como representaciones de nuestras obsesiones, como vemos sobre todo en “La exhibición de atrocidades”; 2. Papá: algo de “Shivers” (1975), “Rabid” (1977) y, tal vez, “Videodrome” (1983); 3. Tal como leí por ahí (Black Static #33, junio 013): “Death Watch” (La mort en direct (Bertrand Tavernier, 1980)).

Argumento:
“The Lucas Clinic” vende un producto muy peculiar, cepas de microorganismos que infectaron a celebridades. Las propias celebridades venden muestras a las clínicas, así los fans pueden infectarse con exactamente el mismo virus que sus ídolos/obsesiones. La estrella exclusiva de la clínica es Hannah Geist, sex symbol total, a pesar que se rumorea que no tiene vulva.
Syd March, trabaja en la clínica y paralelamente vende las cepas en el mercado negro contrabandeándolas en su propio cuerpo.
Una trama policíaca/conspirativa que involucra una nueva clase de virus mortal artificial, al doctor de la familia de Hannah Geist (interpretado por nada menos que Malcolm McDowell), el mercado negro de virus y células clonadas a partir de muestras obtenidas de celebridades, a la firma –competencia de la Lucas Clinic- Vole & Tesser, cláusulas legales, marketing y una obsesión por las celebridades que lo impregna absolutamente todo. Y al final hasta la muerte es una oportunidad de negocio. “Más allá” se llamará a la línea de productos.

¿Qué queda dando vueltas en la cabeza?:
Si la CF futurista es extrapolación de tendencias actuales, entonces, es lícito pensar que el cuerpo y las obsesiones, seguirán convirtiéndose en mercancías y aparecerán nuevas formas de explotarlas como tales.
Asimismo, la obsesión por las celebridades (a veces ni siquiera celebridades) parece ir en aumento y ser una mercancía excelente. La cita de William Burroughs sobre la adicción a las drogas, podría ser fácilmente adaptada a la estupidez televisiva como mercancía: «La droga es el producto ideal...La mercancía definitiva. No hace falta literatura para vender. El cliente se arrastrará por una alcantarilla para suplicar que le vendan...El comerciante de droga no vende su producto al consumidor, vende el consumidor a su producto. No mejora ni simplifica su mercancía. Degrada y simplifica al cliente».
El propio Cronenberg hijo lo explica: “La cultura de las celebridades fetichiza completamente el cuerpo y por ende pensé que el film debería también fetichizar el cuerpo – de una forma muy grotesca." ("Cronenbergs Bring Father-Son Story to Cannes: Brandon Cronenberg's Antiviral a Genre Film Like Father's Early Work". CBC News. 2012-05-22).
En la película, las formas de lo grotesco van desde la microestructrura de un virus a la macro red global de comunicaciones (y estupidizaciones mercantiles), pasando por una ciudad futurista semidistópica apenas vislumbrada.
Una de las preguntas más importantes para el siglo XXI: ¿terminaremos de convertirnos en una masa cultivada artificialmente, infectada e informe de consumidores? ¿O en nosotros? Los Cronenberg dan una manito más para que sea lo segundo.

Víctor Raggio