jueves, 13 de junio de 2013

“Mushishi”, esa vida que desconocemos.



Mushishi. Hiroshi Nagahama (dirección), basado en el manga de Yuki Urushibara. Japón, 2005-2006


Ginko es un viajero con un poder sobrenatural. Algo similar a un sexto sentido (sin dead people) que le permite observar a los “mushi”, una forma de vida que no comprendemos y que pocos son capaces de ver.
“Mushishi” no solamente da título a esta serie, sino que confiere un status a este personaje que investiga y trata a las personas que se ven afectados por estas formas de vida, desconocidas para la mayoría de los habitantes del Japón feudal.
No hay una explicación concisa y definitiva sobre lo que son los “mushi”. Personalmente me recuerdan mucho a los yokai, aunque en un plano mucho más vegetal y parasital que aquellos del folclore. No necesariamente requieren de huéspedes para su supervivencia, sin embargo el contacto con ellos puede acarrear resultados alucinógenos, enfermedades o paranoias, a personas que terminan por desconocer (o aceptar) su propia realidad o el factor que las altera.
Podríamos encontrar una similitud entre un “mushishi” y un exorcista, aunque no hay maldad o poderes demoníacos en este caso. Tampoco hay una forma definida para estos, por lo que sus apariencias o dimensiones varían desde un gusano, un arcoíris o un puente (entre muchísimos otros).
No hay “acción” en esta serie, ni una continuidad fija que nos cargue de ansiedad de un capítulo a otro, pero eso es lo que hace de esta animación mucho más interesante.
Lo mejor que otorga al espectador es el ritmo. “Mushishi”, carente de un montón de elementos que podrían ser necesarios para las urgencias y velocidades del espectador actual, ofrece una sensación de relax teñida con tristeza y oscuridad.
Sin embargo todo tiene un desarrollo inteligente y creativo, que mejor se disfruta en nuestro tiempo libre con una buena taza de café. Sus escenarios y la calidad de su animación son excelentes. Cada cuadro denota un trabajo impecable y un proceso que debe ser respetado por la intensidad de sus colores y detalles.
Si bien hay un contexto para con los personajes (o personaje, ya que son muy pocos los reincidentes), esta serie puede ser vista sin un orden predeterminado. Cada capítulo plantea una historia que comienza y termina sin dejar cabos sueltos para un conjunto, pero que nos hace revolver las reglas de cada capítulo para sacar algunas conclusiones por cuenta propia.
Siempre consideré a los orientales como unos de los mejores artesanos del imaginativo humano, y el mundo que plantea esta animación y la insuficiencia de datos sobre estas formas de vida, hacen que cada episodio nos enfrente con seres temibles y extraordinarios. Me recuerdan, de a momentos, a algunos ángeles de la serie Evangelion, los cuales estaban muy alejados de lo antropomórfico y nos dejaban repitiendo en voz alta: “que loco, nunca imagine un ángel con esa forma”.
Lo mismo sucede aquí con los “mushi”, aunque estos no buscan nuestra destrucción y probablemente ni siquiera reparen en nosotros.
No puedo recomendar esta serie, no por un tema de calidad (que sobra), sino sencillamente porque no es para cualquiera. Definitivamente apunta a un público adulto que quiere rescatar emociones que poco tienen que ver con la adrenalina. Sugiero ver los primeros tres capítulos (de un total de veintiséis) para dejarnos enganchar o pasar a otro género.
“Mushishi” no es una serie para todos, pero todos deberían darle, al menos, una oportunidad.

Ignacio Viera

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