Ginko es un
viajero con un poder sobrenatural. Algo similar a un sexto sentido (sin dead people) que le permite observar a
los “mushi”, una forma de vida que no comprendemos y que pocos son capaces de
ver.
“Mushishi” no
solamente da título a esta serie, sino que confiere un status a este personaje
que investiga y trata a las personas que se ven afectados por estas formas de
vida, desconocidas para la mayoría de los habitantes del Japón feudal.
No hay una explicación
concisa y definitiva sobre lo que son los “mushi”. Personalmente me recuerdan
mucho a los yokai, aunque en un plano
mucho más vegetal y parasital que aquellos del folclore. No necesariamente
requieren de huéspedes para su supervivencia, sin embargo el contacto con ellos
puede acarrear resultados alucinógenos, enfermedades o paranoias, a personas
que terminan por desconocer (o aceptar) su propia realidad o el factor que las
altera.
Podríamos
encontrar una similitud entre un “mushishi” y un exorcista, aunque no hay
maldad o poderes demoníacos en este caso. Tampoco hay una forma definida para
estos, por lo que sus apariencias o dimensiones varían desde un gusano, un
arcoíris o un puente (entre muchísimos otros).
No hay “acción”
en esta serie, ni una continuidad fija que nos cargue de ansiedad de un
capítulo a otro, pero eso es lo que hace de esta animación mucho más
interesante.
Lo mejor que
otorga al espectador es el ritmo. “Mushishi”, carente de un montón de elementos
que podrían ser necesarios para las urgencias y velocidades del espectador
actual, ofrece una sensación de relax teñida con tristeza y oscuridad.
Sin embargo todo
tiene un desarrollo inteligente y creativo, que mejor se disfruta en nuestro
tiempo libre con una buena taza de café. Sus escenarios y la calidad de su
animación son excelentes. Cada cuadro denota un trabajo impecable y un proceso
que debe ser respetado por la intensidad de sus colores y detalles.
Si bien hay un
contexto para con los personajes (o personaje, ya que son muy pocos los
reincidentes), esta serie puede ser vista sin un orden predeterminado. Cada
capítulo plantea una historia que comienza y termina sin dejar cabos sueltos
para un conjunto, pero que nos hace revolver las reglas de cada capítulo para
sacar algunas conclusiones por cuenta propia.
Siempre consideré
a los orientales como unos de los mejores artesanos del imaginativo humano, y
el mundo que plantea esta animación y la insuficiencia de datos sobre estas
formas de vida, hacen que cada episodio nos enfrente con seres temibles y
extraordinarios. Me recuerdan, de a momentos, a algunos ángeles de la serie
Evangelion, los cuales estaban muy alejados de lo antropomórfico y nos dejaban
repitiendo en voz alta: “que loco, nunca imagine un ángel con esa forma”.
Lo mismo sucede
aquí con los “mushi”, aunque estos no buscan nuestra destrucción y
probablemente ni siquiera reparen en nosotros.
No puedo
recomendar esta serie, no por un tema de calidad (que sobra), sino
sencillamente porque no es para cualquiera. Definitivamente apunta a un público
adulto que quiere rescatar emociones que poco tienen que ver con la adrenalina.
Sugiero ver los primeros tres capítulos (de un total de veintiséis) para
dejarnos enganchar o pasar a otro género.
“Mushishi” no es
una serie para todos, pero todos deberían darle, al menos, una oportunidad.
Ignacio Viera
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