Hace unas semanas hice un viaje a Sidney,
Australia (no, no era el vuelo 815). Un día entero de viaje. El “sistema de
entretenimiento de la nave” incluía: A
Good Day to Die Hard, quinta entrega de la saga “Duro
de matar” (que arrancara John McTiernan en 1988). No me voy a hacer el fino,
las otras cuatro las había visto (y no puedo decir que me hayan aburrido),
además, había oído que una parte de la película transcurre en las inmediaciones
de Chernobyl (tema que me interesa por otras cosas) y, lo más importante, tenía
varias horas de vuelo por delante.
La película es toda inverosímil. En una de las
primeras escenas, un taxista de Moscú se niega a cobrarle el viaje a John
McClane porque este lo escuchó (pacientemente, hay que decirlo) cantar una
horrible versión de “New York, New York”. Pero no es mentirosa. Después de esto,
que las escenas de acción sean totalmente inverosímiles, no sólo no molesta sino
que se hace casi imprescindible.
Last Action Hero (1993), del mismo John
McTiernan que iniciara esta saga, era una linda peliculita que se basaba en
“denunciar” las incongruencias de las películas de acción de Hollywood con,
nada menos que, la realidad. En una de las escenas más memorables, el personaje
de Arnold Schwarzenegger, llamado Jack Slater, se cae dentro de un pozo de
alquitrán (creo que era en el famoso Rancho La Brea en Los Angeles, googléenlo
cualquier cosa). En la siguiente escena, para la que no pasaron más de dos
minutos, Slater se está sacando, ¡con un pañuelo!, los últimos restos de
petróleo de la cara. Esa escena es genial. Sobre el final de “A good day…”,
cuando la acción va in crescendo y se dan las necesarias vueltas de tuerca,
Bruce Willis es blanco de 3.246.532.364 disparos, pelea mano a mano con un
helicóptero de combate, se tira con un camión desde dentro del mismo
helicóptero (en serio), estuvo en Chernobyl* varias horas sin ningún traje de
protección, atravesó varios ventanales… Y en la escena siguiente, muertos los
malos, ¡aparece con una vendita en el brazo! Un cortecito de 3 centímetros,
capáz que ni siquiera tuvieron que darle unos puntitos.
El cine es entretenimiento. Y no sería
entretenido ver a John McClane, pasando 23 días en el hospital recuperándose,
haciendo fisioterapia 3 veces por semana o haciendo la cola para cobrar la
pensión por enfermedad. ¿No? La vida no es como el cine de Hollywood, ¿no?
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* Si bien es cierto que los niveles de radiación
actuales no son tal altos. Incluso hay tours a la zona de Chernobyl y Pripyat,
e incluso algunos plantean que hay una explosión de la fauna en los alrededores
debido a la ausencia de seres humanos. Un interesante artículo al respecto en
la revista Wired.
Víctor Raggio
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